En este tiempo plasmado de filosofías de post modernismo se busca más el consejo de un psicólogo, de un guru, de un psíquico, que la Palabra de Dios. Que es la guía y verdad que puede transformar y restaurar una vida.
Recordemos que en el libro de Génesis, Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, hombre y mujer. El ser humano gozó de la imagen de Dios, de su intimidad y su compañerismo, hasta que decidió tomar su vida en sus propias manos y se apartó. En lugar de depender de la sabiduría, la justicia y los recursos divinos, empezó a vivir de sus propios recursos ilimitados, según su parecer. Diseñado para vivir con tres dimensiones: alma, cuerpo y espíritu, ahora está incompleto. Consciente de sí mismo, trata de cubrir su desnudez con sus propias manos.
El amoroso corazón de Dios lo vio desvalido, desamparado y triste y su obra redentora empezó inmediatamente. Dios le proveyó de ropas. Génesis 3:21 “Y jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”. Este acto reveló el plan redentor y restaurador de Dios para el hombre caído. Este primer sacrificio que lo proveía de vestido, apunta al sacrificio de Jesús, el Cordero de Dios, pensando en su restauración total. Dios es poderoso para hacer nuevo todo, como al principio. Por eso la restauración significa que una vez el hombre falla, entonces Dios obra para levantarlo de nuevo.
Cristo es el tema general y central de la Palabra de Dios, donde se revela todo el plan redentor de Dios para la humanidad. El que en Él cree, será salvo.
La Palabra de Dios, es la semilla que ha producido nueva vida en nosotros, la cual nos ha hecho nacer de nuevo, por el poder del Espíritu Santo.
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