Jesús nos enseña que no todo el que le dice “…Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”(Mateo 7:21) y su voluntad ha sido revelada a través de la escritura.
Lo que Dios nos enseña en su Palabra es para nuestro bien, para evitar que el pecado gobierne nuestra vida y nos lleve a la muerte, el conocimiento de Dios nos lleva a hacer lo que a Él le agrada, y sus preceptos son contrarios a las enseñanzas, costumbres, prácticas del mundo y de las religiones.
Por ejemplo, el mundo enseña y practica el culto a los ídolos, pero escrito está que: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”(Mateo 4:10) y también en todo el capítulo 44 del libro de Isaías nos enseña paso a paso la necedad de postrarse ante ídolos hechos por manos humanas.
Así mismo nos revela en su Palabra en detalle cómo Jesucristo es el único intermediario entre Dios y los hombres (1Timoteo 2:5, Hechos 4:12, Hebreos 8:6, Hebreos 9:15) y sin embargo el mundo y las religiones cambian el principio y le agregan que hay que honrar y dar culto a las criaturas, cuando escrito está que esto es cambiar la verdad de Dios por la mentira (Romanos 1:18-32, 25).
¿Entonces hacemos lo que Dios dice en su Palabra o lo que la religiones tradicionales nos enseñan? Sin dudar, su Palabra es la enseñanza escrita para nuestro bien; las enseñanzas de los hombres solo generan cargas que aún los que las enseñan no pueden seguir (Mateo 23:4), por tanto sigamos a Cristo y conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres.
Tomemos hoy la decisión radical de aplicar las enseñanzas que Dios nos da, sin temor a lo que diga el mundo y confiados en que el mismo Dios nos enseña con su Espíritu por medio de su Palabra, como dice el Salmo : “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos.” (Salmos 32:8.)